Renacimiento Sistémico®
Reconexión con la vida
Una oportunidad única
Es un modelo de intervención terapéutica creado por la Dra. María Esther Jandette Chávez, que combina principios de Medicina Clínica tradicional y ancestral, Psicología y Constelaciones Familiares.
El Renacimiento Sistémico® reedita el momento de llegada a la vida para poder sanar las improntas transgeneracionales, las de los padres y las propias, e instalar así una nueva huella celular en el consultante a través del bien nacer.
Es una práctica terapéutica donde se revive desde el “proyecto sentido”, pasando por toda la gestación hasta el momento del nacimiento.




El Renacimiento Sistémico® propicia las condiciones para la revinculación con mamá, papá y con la vida.
Las vivencias del bebé dentro del vientre materno y, posteriormente la manera de nacer, marcan significativamente la personalidad de cada individuo. A través del Renacimiento Sistémico® se toma esa fuerza de vida tan necesaria para salir al mundo a relacionarse, triunfar, ser personas más prósperas y adquirir mayor confianza en uno mismo.
Cuando por alguna razón, de pequeño, no se tuvo ese contacto inicial con mamá y papá que lleva al apego y luego al vínculo o porque fue un parto por cesárea o quizás hubo un Movimiento Amoroso Interrumpido (MAI), por diferentes circunstancias, el Renacimiento Sistémico® brinda la oportunidad de revivir ese momento sin las memorias de dolor del pasado, y crear la oportunidad de un bien nacer para reconciliarse y re-vincularse con los padres y con la fuerza de vida que siempre impulsa a ir hacia delante.
Los “Movimientos Amorosos Interrumpidos” son aquellos en los que la madre y/o el padre no estaban disponibles física o emocionalmente al momento del nacimiento de su bebé, lo cual impidió una sana vinculación entre todos ellos que más tarde se verá reflejado en la manera en la que ese bebé abordará de grande la vida.
Por qué hacer un Renacimiento Sistémico®
A través de este modelo de intervención se instala en el consultante una nueva huella que se marca positivamente en su ser, dejando atrás las heridas que pudieron existir, lo cual le brindará una fuerza de vida increíblemente sanadora y reparadora que bien vale la energía experimentarla, al menos una vez en la vida, porque además facilita:
- Recuperar el vínculo con los padres y ancestros
- Abrir caminos de resolución y oportunidades que no existían
- Recuperar la confianza en uno mismo y en las propias capacidades de sanación
- Reconectar con el valor de la vida
- Responsabilizarse del propio destino
Al realizar este viaje hacia el inicio de la vida es posible recuperar y conectar con las raíces familiares, sentir seguridad, confianza, tomar mejores decisiones, vivir en armonía con el entorno y encontrarle un sentido más amplio y pleno a la vida.

La forma de nacer nos define

Hay algo llamado “proyecto sentido” que es un tiempo anterior al momento de ser concebidos y que se da con ese primer encuentro de miradas entre mamá y papá, y que no necesariamente debe ser un momento amoroso. Sin embargo, es tan poderoso que la “fuerza superior que une a los dos clanes” propicia que la vida continúe a través de un nuevo ser.
Luego viene todo lo vivido, pensado y sentido al momento de la concepción y el embarazo que se conoce como “epigenética”, que es lo que concierne a aspectos “no genéticos” de índole emocional y psico-socio-ambiental que envuelven a la mujer embarazada, que forman parte del desarrollo del bebé y definirán su personalidad y sus maneras de actuar, sus hábitos, y la conducta que tendrá cuando crezca y sea un adulto. Es por ellos que “la forma en que nacemos determina nuestras características”.